Un millon de puntas para el señor de lanzas. Un millon de puntas para no morir dolorosamente, sino mas bien abruptamente y sin apuro. Solo en su soledad, comienza a flanquear su abismo, y aunque lo conoce, no lo esquiva, mas bien el lo esquiva a él mientras yo los miro sin ver; sin creer como lo bello y lo horrible se confunden en la oscuridad. Como el instinto y la razon se muelen a golpes en una (in)conciente pelea.
Ya nada es como antes y aunque hoy no es mañana, le esta pisando los talones...
Ya nada es como antes y aunque hoy no es mañana, le esta pisando los talones...
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